
16 de mayo de 2005Por Omar Cerrillo*Una vez me dijo un amigo escandinavo que vive en México que los compatriotas siempre le preguntan la obviedad “¿hace mucho frío allá, verdad?”. Y es que a pesar de la famosa globalización, poco sabemos nosotros de países como Suecia o Finlandia, o viceversa –él, a su vez, confesó que lo único que sabía de México era tequila, Acapulco y Hugo Sánchez–.
Sin embargo, hemos de reconocer que en los últimos años han llegado interesantes propuestas musicales de Finlandia, en especial, para el mundo. HIM, Apocalyptica, Nightwish fueron la punta de lanza, pero sin duda, The Rasmus ha sido la propuesta finlandesa que ha alcanzado mejores dividendos en el mercado internacional. La banda encabezada por Lauri Ylönen, vocalista de este grupo, logró este reconocimiento con su quinto álbum Dead Letters.
“Cada canción es una disculpa, una confesión o un abierto llanto para alguien; cartas realmente con un destinatario existente”; menciona Lauri en su sitio web. Revisemos uno por uno los datos dados. Más que un “tú”, en todas las canciones hay un “yo”; es Lauri o su profunda necesidad de decir algo la que sale a flote; sí hay un destinatario presente, pero queda claro que no se trata de cartas anónimas.
También es clara la disculpa: I feel guilty / my words are empty / no signs to give you / I don´t have the time for you. Después de la disculpa, el reproche; una culpa compartida para repartir la carga: you say I’m heartless / and you say I don’t care / I used to be there for you / and you’ve said I seem so dead, that I have changed / but so have you. Una culpabilidad que lleva a un profundo vacío: Guilty / Woh, guilty, I feel so / empty / Yeah, empty / you know how to make me feel.
La confesión aparece entre sombras, ahí donde yace una inquietud epidémica que corroe por dentro: No sleep, no sleep untill I’m done finding the answer / Won’t stop, won’t stop before I find the cure for this cancer. Es una sensación que paraliza y lo pone al borde del fin mismo: Sometimes I feel like going down and I’m so disconnected / Somehow I know that I’m haunted to be wanted / I’ve been watchin’, I’ve been waitin’ / In the shadows for my time.
El llanto es realmente abierto y desconsolador. La muerte circunda a cada momento, es un fantasma que acecha y desconsuela a cada momento: I died in my dreams / What’s that supposed to mean? / Got lost in the fire / I died in my dreams / Reaching out for your hand / My fatal desire. El deseo fatal es un amor imposible, una ilusión lastimera: Just one big lie / Such a perfect illusion / I made you mine / Just to hurt you once again.
Estas tristes cartas son musicalizadas con un eclecticismo fino y bien teatralizado. En Funeral Song, los chelos otorgan ese carácter tétrico necesario para la pieza; In the Shadows tiene los pequeños detalles electrónicos que lo hace un tema reproducible en el antro del momento; mientras que Guilty vira más al rock con una guitarra distorsionada y bien matizada en coros, versos y puentes. Todo ello sirve como gran escenario para explotar la melodiosa y versátil voz de Lauri, que se convierte en el icono del grupo.
Además, visualmente, The Rasmus transmite ese sentimiento dark que homologa a los grandes grupos finlandeses de años recientes. Un claro sentido romanticista atraviesa la música que Finlandia ha ofrecido al mundo y, a pesar de los géneros –metal, pop, dark–, en todos se manifiestan emociones profundas de las personas que lo interpretan.
Es cierto, el tequila logra momentos inolvidables –euforias etílicas y crueles resacas– y muchos goles de Hugo son para monumento. Además del frío, ahora los mexicanos podemos decir de Escandinavia: “¡qué buenos músicos hay por allá!, ¿no?”